Yo Soy la Luz del Mundo-4o Domingo de Cuaresma

La primera lectura del Primer Libro de Samuel nos muestra el emotivo pasaje de la unción de David como rey de Israel. Hay que recordar los eventos que ocasionan la elección de un nuevo rey. Saúl, el primer rey de Israel elegido por Dios para gobernar a su pueblo y ungido también por Samuel, se apartó del camino de Dios y fue rechazado por el Señor por no haber cumplido sus mandatos. La elección de David como rey de entre los hijos de Jesé nos muestra la manera en que nuestro Dios actúa. No elige Dios al mayor, o al más fuerte de entre los hijos de Jesé, sino al menor, al que nadie tomaba en cuenta. Así vemos a nuestro Dios actuar una y otra vez, escogiendo a Isaac sobre Esaú, escogiendo a una humilde doncella como la madre del Mesías, escogiendo nacer en la mas insignificante de las poblaciones. Así actúa nuestro Dios, y por eso debemos tener cuidado de no querer ser los mejores, o los más ricos, sobre todo si es a costa de otros. A lo único que debemos aspirar a ser los mejores es en el amor de Dios.

En la segunda lectura vemos la exhortación a dejar la vida de pecado atrás, lo que el autor llama oscuridad. Los cristianos en nuestra nueva vida en Cristo somos hijos de la luz. Cristo con su ejemplo nos ha enseñado el camino a seguir. No podemos apelar a la ignorancia, nuestro Dios nos ha mandado toda suerte de maestros, empezando con su Palabra en las Escrituras, proclamada por la Iglesia a través de los siglos. Nuestra relación con Dios requiere de esfuerzo de nuestra parte. Por eso oímos en la lectura “examinen que es lo que agrada a Dios.” Nosotros los cristianos tenemos el deber de formarnos, estudiando las escrituras y las enseñanzas de nuestra madre iglesia, para así saber lo que le agrada a Dios.

En el evangelio de este 4º. domingo de Cuaresma la iglesia nos invita a reflexionar en el pasaje del ciego de nacimiento. En el pensamiento judío siempre había estado presente una corriente de pensamiento que consideraba que las enfermedades eran castigo por algún pecado o pecados. No es algo que haya pasado de moda, ya que desafortunadamente aun oímos esta opinión expresada, por ejemplo cuando un desastre natural azota una ciudad, y no falta algún predicador cristiano que le eche la culpa a algún grupo de personas. Hay que dejar en claro que mientras que por revelación divina sabemos que toda maldad entró al mundo por el pecado, esto no significa que cada instancia de enfermedad o desastre natural haya sido ocasionada por un pecado personal. Hay que tener cuidado con este pensamiento, porque nos lleva a ver a Dios como un juez vengativo que anda buscando a ver quien hace el mal para traerle una desgracia. Los males no vienen de Dios, solamente en las ocasiones en que Dios tenga el propósito de purificarnos es que a veces nos manda pruebas. Así como a veces es amarga la medicina que nos cura, así también Dios a veces manda alguna prueba para corregirnos. El dolor en si no es necesariamente malo – es el dolor de muelas que nos advierte al hecho de una infección que tiene que ser tratada. Deja atrás estos pensamientos que nos alejan de Dios y ponte a pensar que a veces si nos pasan cosas malas es para que se demuestren las obras de Dios, como nos dice Jesús en el evangelio. En esta semana continua redoblando tus esfuerzos en el ayuno, la abstinencia y la caridad para así imitar a Jesucristo que nos amó y dio su vida por nosotros.

 

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