Solemnidad de la Santísima Trinidad

En la primera lectura se narra parte de los eventos donde Dios nos muestra su amor al estar continuamente con su pueblo desde su liberación de Egipto, hasta llegar aquí al Sinaí. Dios nos muestra también su perdón al renovar su alianza con su pueblo, alianza que había sido hecha a un lado por el pueblo infiel al crearse un becerro de oro. Dios instruye a Moisés que labrara las tablas para que volviera a escribir la Ley en ellas. Este pasaje refuta el pensamiento de muchas personas de que el Dios del AT es un dios vengativo: Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad, son las palabras de Moisés.

La segunda lectura es la despedida de la 2ª Carta a los Corintios.   Contiene una exhortación a la alegría, como el estado normal del Cristiano, alegre ante el conocimiento de que Cristo vive. Sean perfectos, nos dice el apóstol; esta es la misma exhortación de Jesús; sean perfectos como el Padre es perfecto… Confórtense, es otra cosa que todos los Cristianos estamos llamados a hacer. Vivan en paz y en armonía, es algo que es posible únicamente porque Jesús nos dejó la presencia del Espíritu Santo entre nosotros, como vimos la semana pasada en el evangelio de Juan. El beso santo al que alude Pablo es el saludo litúrgico que aun realizamos hoy en día, y que es signo de reconciliación y fraternidad cristiana.

Este es un versículo netamente Trinitario, el mas explicito de Pablo concerniente a la Santísima Trinidad, aunque con un arder un poco fuera de lo usual : La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes. Esta oración se vuelve inmortalizada en nuestra liturgia. Notemos las acciones atribuidas a cada persona de la Trinidad: a Dios Padre-el amor, a Dios Hijo la gracia, y a Dios Espíritu Santo-la comunión. Esta doctrina de San Pablo es muy propia, ya que el amor del Padre es el que nos salva. Por su amor manda a su hijo unigénito a salvarnos. Por el Hijo todo tipo de gracia es derramada-la Iglesia ve su cuerpo en la cruz traspasado en su costado, como fuente de toda gracia. Y es por la acción del Espíritu Santo que nos hacemos acreedores de estos dones.

El pasaje del Evangelio de Juan que nos da de una manera básica y pura el Kerigma: Dios nos ama, y nos ama a tal punto que no escatima mandar a su hijo unigénito a morir por nosotros. Nuestra respuesta a esta prueba contundente de amor es nuestra fe. Toda nuestra religión, nuestra fe esta basada en la revelación de un Dios amoroso, lleno de misericordia con nosotros. Dios que nos ama nos da a su hijo para salvarnos. Nuestra salvación proviene del sacrificio de Jesucristo. Con su muerte nos restaura a la vida, a la dignidad perdida por el pecado.

En este pasaje vemos ilustrada una realidad que menciono siempre: se requiere una respuesta de nuestra parte, se requiere nuestra respuesta de creer- “el que cree no es juzgado.” Pidámosle a Dios este domingo que nos permita profesar nuestra fe en un Dios Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo y adorar su unidad, por Jesucristo nuestro Señor, Amén.

 

 

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