Solemnidad de San Pedro y San Pablo

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El día de hoy celebramos en conjunto a la cabeza del Colegio Apostólico y al apóstol de los gentiles, el gran Pablo. Las dos primeras lecturas llevan el tema de la persecución que ambos apóstoles sufrieron: tanto Pedro como Pablo murieron muerte de mártires de acuerdo a la confiable tradición de la Iglesia: Pedro crucificado al revés, por humildad de no quiere tener la misma muerte que su maestro; y Pablo, decapitado, al ser esta la forma de ejecución preferida para los ciudadanos Romanos, ya que era más rápida y menos humillante que la crucifixión.
La primera lectura de los Hechos de los Apóstoles nos muestra la aprehensión de Pedro por Herodes Agripa, nieto de Herodes el Grande, al ver este que la muerte de Santiago agradaba a los judíos. Pedro es capturado durante la fiesta de los Panes Ácimos, la Pascua, mostrando de forma paralela que lo que le pasó a Jesús se repite con sus seguidores, como Jesús mismo lo había presagiado.
Pedro es liberado por el poder de Dios, demostrando que Dios es mas grande que cualquier rey terrenal que busca oponerle. La liberación le llega a Pedro mientras dormía: como Jesús ante la tempestad, a Pedro no le preocupa su encarcelamiento y puede dormir tranquilamente (tan tranquila y profundamente que el ángel tiene que moverlo para despertarlo¡) confiando en la voluntad de Dios para el. El ángel le ordena que se ponga las sandalias y su manto: así también nosotros podemos ver la orden del Señor de no preocuparnos por las dificultades que se nos presenten y nos prepararnos debidamente para seguirle.
En la segunda lectura Pablo siente ya el final de su carrera apostólica, como ya esta apunto de ser derramado en sacrificio. Describe su labor en términos atléticos: ha peleado la buena pelea, ha llegado a la meta, y habla de su premio como la corona que le daban a los que resultaban victoriosos en las olimpiadas de la antigua Grecia, recibiendo una corona de laureles. Esta es una apta analogía-la vida de fe es una lucha constante. Después de conocer al Señor y recibir el bautismo aun queda mucho camino por recorrer. No podemos dejar de insistir y poner de nuestra parte para estar cerca de Dios. La vida de fe es una lucha eterna.
Y en esta lucha no estamos solos, como aquí dice Pablo: “el Señor me asistió y me dio fuerzas.” Así como Pablo habilitó a muchas personas para que creyeran en el Señor, así también Jesús le dio la fuerza y la gracia para hacerlo.
En el evangelio vemos como la confesión de fe de Pedro merita para el que Jesús lo ponga como piedra base de su Iglesia. El poder de las llaves, como nos enseña el catecismo en el # 553 “designa la autoridad para gobernar la casa de Dios, que es la Iglesia. Jesús, “el Buen Pastor” (Jn 10, 11) confirmó este encargo después de su resurrección:”Apacienta mis ovejas” (Jn 21, 15-17). El poder de “atar y desatar” significa la autoridad para absolver los pecados, pronunciar sentencias doctrinales y tomar decisiones disciplinares en la Iglesia. Jesús confió esta autoridad a la Iglesia por el ministerio de los apóstoles (cf. Mt 18, 18) y particularmente por el de Pedro, el único a quien él confió explícitamente las llaves del Reino”
Pedro vendría a ser la cabeza del colegio apostólico, con autoridad que debe durar por lo que dure la Iglesia, es decir, hasta la segunda venida de Cristo. Esta autoridad es transmitida a sus sucesores, los obispos de Roma, a través de los tiempos hasta nuestros días con el obispo de Roma, el papa Francisco. Por eso honramos y apreciamos el ministerio petrino, reconociendo que son sucesores de Pedro, con el encargo de pastorear al rebaño de Dios, la Iglesia.
La pregunta de Jesús para sus discípulos deberíamos hacérnosla también a nosotros mismos: ¿como vemos a Jesús en nuestras vidas? ¿Realmente es para nosotros el Rey de reyes, hijo de Dios y salvador nuestro? Y si creemos esto, ¿porqué no actuamos de acuerdo a esta fe? Oremos a Dios que nos conceda la gracia de vivir una vida congruente a la fe que profesamos, siguiendo el ejemplo de los pilares de nuestra Iglesia, los apóstoles Pedro y Pablo que fueron fieles al maestro y nos dejan este ejemplo a seguir.
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