Natividad del Señor

Natividad del Señor

Esta Navidad celebramos la alegría de tener a Dios entre nosotros, como se había anunciado desde antiguo por boca de los profetas.  El  nacimiento de Jesús es nuestra alegría, porque su presencia nos a traído la salvación.

Principe de Paz

En la primera lectura Isaías prorrumpe de alegría con una visión del regreso de los exiliados a la tierra prometida.  Con esto el reino de Dios es establecido y la paz traída por el Mesías es instituida.  Isaías lo que veía era a Jesús, quien es el Príncipe de Paz, y con su venida que celebramos esta Navidad nos trae la Buena Nueva e inaugura el Reino de Dios en la tierra.

Nos dice Isaías que nuestro Dios ha mostrado su brazo, que simboliza su poder.  Su poder se ha manifestado en la salvación efectuada en el pueblo de Israel.  Ante la destrucción del templo y el exilio, se vea amenazada la existencia misma del pueblo.  Pero Dios intervino de manera poderosa, moviendo el corazón del rey Ciro de Persia para liberarlos y comenzar la restauración.  Y así igualmente de poderosa manera nuestro Dios quiere salvarnos hoy de todo lo que trae la muerte del alma.  Por eso celebramos con gran alegría la Navidad, ¡porque nos ha nacido el Salvador del mundo!

La Divinidad del Verbo

De las promesas hechas desde tiempos antiguos a los profetas nos habla la segunda lectura de la Carta a los Hebreos.  El Dios que en el pasado nos habló por medio de los profetas se comunica ahora por medio de su hijo Jesucristo, quién es el Verbo encarnado, la comunicación perfecta de Dios.  Jesucristo que como su hijo es heredero de todo, es incluso por quien se crearon todas las cosas, es un ser divino.  Su divinidad resplandece de su gloria, él sostiene en existencia a la creación.  El vino para salvarnos de nuestros pecados, y realizada esta obra excelsa ascendió a los cielos a la derecha del Padre.  Jesucristo es Dios, por eso es más grande que los ángeles, pues Jesús es adorado por los ángeles.  Por eso estamos alegres, porque Dios encarnado ha venido a morar entre nosotros.  Ha venido a traernos la paz que viene de estar unidos con Dios.  Jesús ha venido a inaugurar el Reinado de Dios y por esto la Navidad es causa de gran celebración.

En el principio estaba la Palabra

En el evangelio de este domingo de Navidad la Iglesia nos presenta el prólogo al evangelio de Juan, escrito que de manera insigne nos habla de la divinidad de Jesús.  Una de las maneras en que Juan nos relata la divinidad de Jesús es en su preexistencia.  Jesús es engendrado del Padre desde toda la eternidad, por eso existía desde el principio y estaba junto a Dios y era Dios.  Jesús en su divinidad tiene todo lo que el Padre tiene, excepto el ser Padre.  Este prólogo es bastante similar al prólogo de la Carta a los Hebreos que acabamos de considerar.  Juan remarca que todo fue creado por Cristo y en Cristo.

Este pasaje también nos introduce al último de los profetas, Juan el Bautista.  De todos los profetas, Juan tiene la fortuna de ver con sus propios ojos a aquél quien es anunciado.  Mientras los demás profetas solo lo vieron en visiones, en destellos, o en sombras, Juan lo ve en carne viva.  Jesús nació en el pueblo de Israel, pero muchos no lo reconocieron.  Para los que si lo recibieron Jesús les ha concedido la salvación.  En Jesús se nos revela al Padre.

En esta Navidad es mi deseo que puedas abrir tu corazón a contemplar la grandeza del misterio de la Encarnación, de tener a Dios entre nosotros.  Recuerda que Jesús vino a ofrecernos la salvación, a darnos una vida plena y llena de la paz que viene de vivir en armonía con Dios.  Que esta Navidad se Encarne nuestro Señor Jesús en tu corazón, y viva ahí siempre.

 

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