La Presentación del Señor

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La fiesta de la Presentación del Señor celebra la llegada del anhelado salvador y mesías, y su encuentro con dos representantes de los fieles de Israel: Ana y Simeón.

En la primera lectura el profeta Malaquías anuncia al futuro mensajero que prepararía el camino en anticipación de la llegada de Dios. Esta es una visión que se cumple en la persona de Juan el Bautista, quien fue el precursor de Jesús. En sus comentarios, los Padres de la Iglesia ven en este texto un anuncio tanto de la primera, como de la segunda venida de Jesucristo cuando Malaquías escribe: “¿Quién podrá soportar el Día de su venida? ¿Quién se tendrá en pie cuando aparezca?” Con la presentación del Señor se inauguran la etapa de los últimos tiempos, y debemos vivir siempre preparados para su segunda venida en gloria.

A su debido tiempo Jesús es presentado en el templo, como lo ordenaba la ley. Esto nos apunta hacia su papel como sumo sacerdote, lo cual nos habla la segunda lectura de este domingo. En este pasaje de la Carta a los Hebreos, su autor nos enseña que Jesús tomó nuestra humanidad para ser mediador entre nosotros y Dios, y de esa manera expiar los pecados del pueblo. Jesús como verdadero Dios y verdadero hombre es el puente entre nosotros y Dios, y puede reparar nuestra relación con Dios que fuera perdida por el pecado. Con su sufrimiento nos ganó la salvación, y hoy su sacrificio de entrega en la cruz nos ha dado la libertad sobre el pecado y sobre la muerte.

En el evangelio de este domingo vemos el episodio de la Presentación de Jesús en el templo, algo que ocurre en el contexto del ritual de purificación de María después de dar a luz al mesías. De acuerdo con la ley, una mujer que daba a luz a un varón no podía tocar cosas sagradas, o entrar en el templo por 40 días, hasta que ofreciera un sacrificio en Jerusalén.  En el templo vienen a su encuentro estas dos figuras de Simeón, y Ana la profetiza, fieles judíos que aguardaban la venida del Mesías. Ante la presencia del salvador de Israel Simeón estalla de júbilo con una oración que la Iglesia repite en su liturgia de las horas y que es un recorrido por los pronunciamientos de los profetas antiguos. Como fue anunciado, Jesús traía la salvación, era luz para los gentiles, y vendría a dividir a la nación, con unos aceptándolo y otros rechazándolo. Roguemos a Dios para que con su gracia nos ayude a reconocer en Jesús nuestra salvación, y nos unamos a su misión de proclamar el Reino de Dios a todos los pueblos.

 

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