La fe del Jefe de la Sinagoga y de la mujer con el flujo de sangre

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13o. Domingo Tiempo Ordinario Ciclo B
Lecturas y Reflexión
En la Primera Lectura de este Domingo, el Libro de la Sabiduría nos expresa una verdad muy importante para nosotros: Dios no quiere nuestra destrucción. Dios nos ama y nos busca constantemente. Como nos dice Juan en su evangelio, tanto amó Dios al mundo que nos dio a su único hijo para que tengamos vida eterna en él. Como el Libro de la Sabiduría expresa, Dios creó al hombre para la inmortalidad. La razón que el mal y todos sus efectos entraron a nuestra vida fue por el pecado en que caímos por la tentación del diablo. ¿Cual es el remedio? Arrepentirnos y volvernos hacia Dios, como siempre nos exhortan los profetas, y nos exhorta la Iglesia hasta nuestros días.
En la Segunda Lectura, San Pablo nos habla de la generosidad cristiana, que es una exigencia, de acuerdo al ejemplo de nuestro fundador Jesucristo. Ya la semana pasada hablábamos de cómo Pablo nos exhorta a esa entrega personal que es parte integral de nuestra vida como cristianos. Y San Pablo nos dice, que mejor ejemplo que el de Jesús que siendo rico (en el sentido de su divinidad, no rico en posesiones) se despoja de su divinidad en la Encarnación, para volverse uno de nosotros, y así darnos el ejemplo de lo que humanamente podemos alcanzar al apegarnos al Padre. El caso aquí, como es común en nuestra fe, es que aquí la pobreza de Jesús es causa de nuestra riqueza y abundante bien. En Jesús alcanzamos el perdón de los pecados, la justificación y la salvación; que enorme tesoro es el que nos da este humilde bebe nacido en un pobre pesebre en Nazaret.
San Pablo continua su mensaje recordándonos que no se trata de que nosotros padezcamos de necesidad al darle a los demás, sino que se trata de igualdad. El otro día vi una noticia que decía que en EEUU cada persona tira a la basura cientos de dólares en comida. Si fuéramos mas conscientes de las necesidades de nuestros hermanos, fuera de esta abundancia podríamos compartir y beneficiar al necesitado. De esto nos habla Pablo, quien se apoya en el episodio del mana en el libro del Éxodo capitulo 16, donde nos dice cada día, al medirlo con la medida, no sobraba al que había recogido más, ni faltaba al que había recogido menos. Cada uno había recogido lo que necesitaba para comer.
En el evangelio de este domingo vemos a dos personajes con una gran fe, el jefe de la Sinagoga y la mujer con el flujo de sangre. Ambos tienen una gran fe en Jesús, a quien vimos la semana pasada con el poder de calmar la tormenta. Vemos ahora como Jesús tiene poder sobre la enfermedad y sobre la muerte. ¿Que otra evidencia necesitas para creer que Jesús es Dios? Y si ya crees que Jesús es Dios, ¿por qué no sigues sus mandamientos? En la primera lectura aprendimos que Dios no quiere nuestra destrucción. Aquí en el evangelio lo vivimos en la manera en que Jesús trae la restauración. El restaura a la mujer, que debido a ese flujo era considerada impura, y no podía entrar al templo a rendirle culto a Dios. Con gran fe se acerca a Jesús y toca sus ropas. Hermanos y hermanas, ¡esto es lo que necesitamos nosotros también! Necesitamos entrar en contacto con Jesús. Estamos en contacto con el por la oración, por el contacto que tenemos ayudando a los pobres, y también a través de la Eucaristía. Dios requiere de nuestro si para salvarnos. Dios requiere de nuestra fe para poder levantarnos de la muerte del pecado. En esta semana, sigamos el ejemplo de estas personas de gran fe que vienen al encuentro con Jesús y vivamos nuestra fe de manera generosa, ayudando a los demás. Tenemos la seguridad de Dios nos ama y quiere nuestra salvación. ¡Abre hoy tu corazón y dile si al Señor!
Salmo Cortesia de Yotam Monterrey
Las lecturas del domingo las pueden leer en el sitio de USCCB
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