Jesus, el Justo de Dios, el Servidor Sufriente-25o Domingo Tiempo Ordinario

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La primera lectura de este Domingo tiene ecos de la persecución, sufrimiento, y finalmente pasión de nuestro Señor. El justo de quien habla esta lectura es Jesús, a quien los líderes judíos persiguieron y finalmente mandaron a arrestar, ya que Jesús estaba en contra de sus acciones, con las que distorsionaban la voluntad de Dios.
En la segunda lectura, el apóstol Santiago nos muestra el resultado de seguir una falsa sabiduría: desconcierto y maldad; mientras que la sabiduría de Dios es pura, gentil, trae la paz, misericordia y buenos frutos. Esta sabiduría es necesaria para los que buscan vivir la bendición pronunciada por Jesús: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt 5:9).
Santiago nos enseña la fuente de toda contienda y guerra es la envidia y la codicia. Cuando nuestra corazón no está lleno de Dios, lo buscamos llenar de riqueza y de placeres. El estado tan terrible de nuestra sociedad puede ser trazado a este vacío del corazón humana. Al no tener a Dios, buscamos otras cosas que no nos llenan, y todos buscando cosas finitas, nos peleamos, matamos, robamos, por obtenerlas. Hermano y hermana, nosotros llenemos nuestro corazón de Dios y cumplamos lo que Jesús nos dijo: “busca primero el Reino de Dios y su justicia divina, y todo lo demás se les dará por añadidura” (Mt. 6:33).
La lectura del evangelio de este domingo, oímos del mesías que debería sufrir, pero desde la perspectiva de Jesús, con Marcos que nos da la segunda predicción de la pasión de Jesús. Como vemos, Jesús toma tiempo en medio de tanto trabajo, para enseñar a los discípulos. Eso nos recuerda de nuestra propia necesidad de escuchar a los pies del maestro y tener una formación durante toda nuestra vida. Le enseñanza en este pasaje, y siempre, es que el Mesías debía sufrir. Esto significa para nosotros que el sufrir es parte de la vida del cristiano. No significa que somos masoquistas, que buscamos el sufrir sin razón, ni nada de esto. En mi opinión, nuestro sufrimiento viene de una muerte: la muerte de nuestro egoísmo, la muerte del desproporcionado yo mismo, para que nuestra persona se haga a un lado, y sea Jesús el que brille en mi vida. Apoyo para esta opinión es la discusión en que los discípulos se enfrascaran al llegar a Cafarnaúm: quien de nosotros es el mayor. Jesús los corrige inmediatamente con la visión de un liderazgo, no como lo ve el mundo, sino in liderazgo basado en el servicio. Basado en el servicio desinteresado, como quien recibe a un niño, nos dice Jesús.
Otra cosa que nos recuerda el error de los discípulos de ver a Jesús como un rey terrenal, es la constante necesidad de orar y pedirle a Dios nos ayude a purificar nuestra noción de Dios, para que lo veamos cada vez más como realmente es, y no nos desviemos siguiendo a un dios creado desde nuestra perspectiva. En está semana hermano y hermana que escuchas esta reflexión, te invito a renovar tu vida de oración, ofreciendo el sacrificio y sufrir que tienes para tu santificación, sabiendo que si Jesús sufrió, uno también como Cristiano va a sufrir. La diferencia es que nuestro sufrimiento lo podemos unir a la cruz, y se vuelven entonces ocasiones para crecer en santidad.
Paz,
Juan Carlos
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