Epifania del Señor 2014 – Lecturas y Reflexion

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Epifanía del Señor-Ciclo A

 

Lecturas de la liturgia

  • Primera Lectura: Isaías 60, 1-6
    “La gloria del Señor amanece sobre ti”

¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti: tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces lo verás, radiante de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos, los dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor.

  • Salmo Responsorial: 71
    “Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra.”

Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes: para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. R.
Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra. R.
Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributos; que los reyes de Sabá y de Arabia le ofrezcan sus dones, que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan. R.
Porque él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. R.

  • Segunda Lectura: Efesios 3, 2-6
    “Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos”

Hermanos: Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la Promesa en Jesucristo, por el Evangelio.

  • Evangelio: Mateo 2, 1-12
    “Venimos de Oriente para dorar al Rey”

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel””.
Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: “Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo”. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

 

 

Reflexión

Esto domingo celebramos en los Estados Unidos la Epifanía del Señor, comúnmente conocida como el “Día de Reyes”.  En realidad, en nuestra liturgia, durante la Epifanía estamos celebrando tres momentos de la revelación de la divinidad de Jesús: la adoración de los tres reyes magos, su bautizo en el Jordán, y las bodas de Caná.  El CIC #528 nos enseña:

la Epifanía celebra la adoración de Jesús por unos “magos” venidos de Oriente (Mt 2, 1) En estos “magos”, representantes de religiones paganas de pueblos vecinos, el Evangelio ve las primicias de las naciones que acogen, por la Encarnación, la Buena Nueva de la salvación. La llegada de los magos a Jerusalén para “rendir homenaje al rey de los Judíos” (Mt 2, 2) muestra que buscan en Israel, a la luz mesiánica de la estrella de David (cf. Nm 24, 17; Ap 22, 16) al que será el rey de las naciones (cf. Nm 24, 17-19). Su venida significa que los gentiles no pueden descubrir a Jesús y adorarle como Hijo de Dios y Salvador del mundo sino volviéndose hacia los judíos (cf. Jn 4, 22) y recibiendo de ellos su promesa mesiánica tal como está contenida en el Antiguo Testamento (cf. Mt 2, 4-6). La Epifanía manifiesta que “la multitud de los gentiles entra en la familia de los patriarcas”(San León Magno, Sermones, 23: PL 54, 224B ) y adquiere la  israelitica dignitas (la dignidad israelítica) (Vigilia pascual, Oración después de la tercera lectura: Misal Romano).

En otras palabras, en la adoración por los Reyes Magos vemos la apertura de la salvación a todos los pueblos; incluso los paganos siguiendo los signos naturales pueden encontrar la salvación en Jesús como lo hicieron los reyes magos.

Vemos cumplido en este evento la promesa hecha a Abraham de que muchas naciones (mas numerosas que las estrellas) serian bendecidas por su descendencia.

De acuerdo a san Leo Magno, los regalos de los reyes demuestran su comprensión ante el misterio que se encuentran guiados por la estrella: reconocen la persona de Jesucristo en su triple misión, el oro para honrar su realeza, la mirra reconociendo su humanidad, y el incienso su divinidad.

En la primera lectura de esta fiesta vemos como el profeta Isaías describe tan bien lo que encuentra su cumplimiento con la venida de los reyes magos guiados por la estrella: ¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! El profeta nos dice “caminaran los pueblos a tu luz” –el pueblo de Israel había sido escogido para ser luz para las naciones, es decir, para guiar a todos los pueblos hacia Dios.  En el versículo seis vemos como la riqueza de las naciones serian llevadas a Israel: oro e incienso, cosas valiosas tanto entonces como hoy.

El salmo también va ligado con los reyes magos, como nos dice la respuesta “Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra.”

En la segunda lectura, la Carta a los Efesios proclama como los gentiles también son participes de los frutos de la  redención en Cristo.  Es sobresaliente mencionar que el pasaje de los reyes magos esta presente únicamente en el evangelio de Mateo, el evangelio con el tono mas judío de los cuatro evangelios.  Aun así, es el evangelio de Mateo que nos presenta como estos personajes (no sabemos cuantos eran, ya que el texto no nos dice; el numero tres lo asumimos de los tres regalos) que eran gentiles son los primeros en venir a adorar al niño, guiados por la estrella.  Este pasaje de la Carta a los Efesios nos muestra que la voluntad de Dios es que todos se salven, sin importar nacionalidad o sexo, o estatus económico.

Ya en el evangelio, quería mencionar unos puntos de esta historia tan conocida, que a veces perdemos los detalles.  Hay que notar la reacción tanto de Herodes, como del pueblo ante la llegada de los Magos:  sobresalto.  Muchas veces he oído que el pueblo de Israel vivía en estos tiempos en un estado de expectativa mesiánica.  La única manera en que puedo reconciliar el hecho de que vivian en un estado de expectativa, con el sobresalto de oír la noticia que traen los reyes magos, es que tenían una expectativa equivocada.  Jesús no se manifiesta de manera espectacular, sino humilde y calladamente naciendo en un pesebre.  Y esto me lleva a preguntarme, donde busco la presencia de Dios?  Será que únicamente le busco en el confort de la capilla, sin esperar encontrarlo en la calle, o en el mercado?  Hay que tener cuidado de vivir con el corazón abierto y dispuesto a encontrar a Jesús en lugares inesperados.

En esta fiesta la Iglesia nos exhorta a imitar la fe de los reyes magos.  La Iglesia nos exhorta a ser sabios y dejar que la estrella radiante que es la luz de Cristo guie nuestras vidas.  Que nosotros también sepamos ofrecer el oro de nuestro tiempo y talentos utilizados para avanzar el Reino de Dios, que ofrezcamos la mirra de nuestro sufrimiento y nuestra enfermedad humana, ofreciendo siempre nuestras oraciones que suban a Dios como incienso.  Que como los reyes magos tengamos la fe de seguir los signos del mundo que nos llevan hacia la presencia de Dios.  Así sea.

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