Den al César lo que es del César-29o. Domingo Ordinario

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La primera lectura de este domingo nos ofrece la interesante perspectiva de ver a Ciro el conquistador como agente de Dios para liberar a su pueblo, el reino de Judá. Para entender el mensaje de esta lectura hay que recordar un poco de la historia de Israel. Para este entonces el pueblo de Dios había sido dividido en los reinos del Norte y del Sur ya por varios siglos. El reino del Norte fue exiliado primero por ahí del año 721 a.C por los asirios, mientras que al reino del Sur le tocó el turno de ser exiliados por los babilonios en el año 586 a.C. Con el clima cambiante de la política del Medio Oriente, cincuenta años después ascendió al poder el imperio Persa. Su rey Ciro fue entonces el que les permite a los judíos regresar a la Tierra Prometida y reconstruir el templo. El es ungido, es decir, mesías o elegido por Dios para la misión de liberar a las naciones. Este pasaje nos muestra que aun los no creyentes pueden ser instrumentos de Dios y servir sus propósitos. Este rey Ciro, aunque pagano, se convierte en un prototipo de Cristo, que vendría a liberarnos de forma definitiva.
La segunda lectura contiene la apertura de la Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses. La mayoría de los biblistas consideran a esta carta el primer documento del Nuevo Testamento, si vamos en orden cronológico. La Carta a los Tesalonicenses data del año 50 d.C. , después de la reunión de los apóstoles en Jerusalén, donde se decide que Pablo dirija su predicación a los gentiles. La población de Tesalónica era probablemente una mezcla de ambos gentiles y judíos. En este pasaje vemos, como es común en la correspondencia de este tiempo, el saludo de Pablo a la Iglesia en Tesalónica. El que incluya a sus acompañantes Silvano y Timoteo no es tan común, y quizás se deba al deseo de Pablo de tener dos testigos de esta carta, ya que era común para la legalidad de los juicios el tener dos testigos. Pablo se muestra muy agradecido por su gran respuesta a la predicación del evangelio. Pablo los encomienda por tres cosas: el obrar de su fe, el trabajo difícil de su caridad, y la tenacidad de su esperanza. Estas tres cosas que realizan los tesalonicenses son posibles al vivir en gracia por Dios, que nos da el aliento para las buenas obras. Por eso nosotros debemos vivir siempre en Dios, ya que sin su gracia no es posible vivir una vida virtuosa.
En el evangelio de este domingo vemos como los enemigos de Jesús buscan tenderle una trampa con una pregunta que parece imposible de contestar, sin ser implicado en un problema. El asunto de los impuestos era algo muy discutido e incluso había llegado a ocasionar la revuelta de Judas el Galileo. El pagar los impuestos era visto por algunos como traición a la Alianza. Si Jesús decía que si, entonces se le acusaría de colaborar con los romanos; si decía que no, entonces se le podría de acusar (como finalmente se le acuso falsamente) de ser un revolucionario. Irónicamente le preguntan si esta bien pagar el impuesto, y cuando Jesús pregunta por la moneda del impuesto, alguien rápidamente le enseña una, lo que implica la aceptación por la gente. La respuesta de Jesús nos enseña que hay una recta relación entre Iglesia y estado, ya que ambos, de diferentes maneras, trabajan para el bienestar de la sociedad. En esta semana, oremos por el bienestar y la conversión de todos los gobernantes y trabajadores civiles, para que su trabajo sea para el bien común y no sea un estorbo en seguir nuestra vocación cristiana.
Lecturas de este Domingo: https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/101820.cfm
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