5o. Domingo Ordinario – Lecturas y Reflexion
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En la primera lectura, vemos a Job, que agobiado por tanta vicisitud permitida por Dios, con unas palabras muy sombrías. Yo escucho palabras similares de la boca de muchos que conocen y trabajan para el Señor. Al menos Job tenia la excusa de estar padeciendo con esa llaga que le cubría de pies a cabeza, pero nosotros que lo tenemos todo, porque tenemos palabras de queja? Haciendo un eco de las palabras de Job, nosotros nos quejamos si está el clima muy frio o si está muy cálido. Nos quejamos si llueve mucho, o si hay sequía. Hay que seguir el ejemplo de Job y dar alabanza a Dios por lo bueno y por lo malo, porque todo proviene de el, y es ultimadamente para nuestro bien.
La segunda lectura de la primera carta a los Corintios contiene un mensaje dirigido a todos nosotros. San Pablo nos enseña que predicar el evangelio no es motivo de gloria, sino un deber. Este deber lo compartimos todos los bautizados en Cristo, porque los bautizados en Cristo pasamos a formar parte de su Cuerpo, y como miembros de su Cuerpo todos tenemos nuestra función, y la función que tenemos todos en común es el predicar el Evangelio. ¡Ay de mi si no predico el Evangelio!, es la exclamación de Pablo. Que diferente sería la Iglesia, el mundo, si todos los Cristianos sintiéramos y viviéramos el peso de este deber. De este deber huimos muchos de nosotros, porque llevarlo a cabo conlleva una muerte, y esto nos asusta. Conlleva la muerte a uno mismo, la muerte a las comodidades, la muerte al egoísmo, la muerte al estancamiento, a la mediocridad. El entregarnos al deber de predicar el evangelio implica una muerte al viejo yo, hundido en el pecado. Pero sin toda esta muerte no podemos renacer. Como dice ese clásico himno, “hay que morir para vivir.” La verdadera vida, el agua que calma nuestra sed, la paz que calma nuestros corazones inquietos, la obtenemos únicamente en Dios.
En el evangelio de este domingo tenemos tres escenas. La primera escena es la curación de la suegra de Pedro. Esta mujer nos da testimonio ejemplar del discipulado: tan pronto es curada, se pone a servir. El ejemplo lo veo en al menos dos niveles: este episodio nos muestra que si deseamos estar sanos no es para estar sanos en si, sino que pedimos estar sanos para orientar este estado de bienestar para el servicio a Dios. Y el segundo nivel es la prontitud con la se levanta a servir.
En la segunda escena vemos a Jesús curando a los enfermos y exorcizando, lo que junto con la predicación del evangelio forman el núcleo de su misión terrenal. Con estas acciones Jesús esta de manera pública inaugurando el reinado de Dios erradicando los efectos del pecado.
En la última escena de este pasaje, vemos como Jesús se retira a hacer oración, que es lo que le da
fuerzas para realizar su misión.
Y nuestra misión, dijimos ya, es la predicar el evangelio con nuestras vidas. Igualmente que Jesús, tenemos que orar para aprender a discernir y seguir la voluntad del Padre. La oración es lo que nos da la fuerza. En este domingo, propongamos crecer en oración, no tiene que ser nada extraordinario, simplemente quince minutos leyendo y meditando la Palabra de Dios son suficientes para empezar. Propongámonos crecer en oración para tener la fuerza del Espíritu Santo y predicar el evangelio con nuestras vidas.
Puedes leer las lecturas de este domingo en el sitio de USCCB aquí: http://www.usccb.org/bible/lecturas/020815.cfm
Salmo cortesia de Natalia Caceres:
https://nataliacaceres.wordpress.com/2012/02/02/salmo-146-alaben-al-senor-que-sana-a-los-afligidos-5to-domingo-durante-el-ano-05-de-febrero-2012/
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