Apacienta mis Ovejas-3er Domingo de Pascua

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En las lectuas de este domingo continuamos nuestra alegría pascual, celebrando la victoria de nuestro Señor Jesús sobre la muerte. Oremos para poder creer firmemente en la Resurrección de Jesús y podamos responderle fielmente cuando nos pregunte: ¿Me amas? -¡Si creo, ayudame a creer!
“Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.” – Hechos 5:29
En la primera lectura vemos como los discípulos comparecen ante el Sanedrín. Esto, por al menos un par de razones: para cumplir lo que Jesús les había profetizado, y como enseña San Juan Crisantemo: para que sus adversarios fueran instruidos. El delito en este caso es el de predicar en el nombre de Jesús. ¿Pero cómo no iban a predicar en este santo nombre?, si como lo había dicho Pedro en su predicación “todo el que invoque el nombre del Señor se salvará” (Hechos 2:21). ¿Cómo dejar de predicar este nombre que está sobre todo nombre y ante cual toda rodilla se dobla? (Filipenses 2:9-10) La respuesta de Pedro “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” ilustra el principio de moralidad que tenemos los católicos, donde no estamos obligados a seguir alguna ley humana, cuando esta es injusta. Lo que si que estamos obligados a seguir es la ley de Dios, que nos da la libertad de entregar nuestra vida a Dios y a vivirla como sus hijos. Seguir a Dios puede traer sufrimientos en esta tierra, y estos sufrimientos son causa de gran alegría para los discípulos, recordando seguramente las palabras del Maestro quien les había dicho “Bienaventurados serán cuando los injurien y los persigan y digan con mentira toda clase de mal contra ustedes por mi causa.” (Mateo 5:11). Que el Señor nos dé la gracia para testimoniar con valentía el amor y la salvación que hemos recibido.
“Y los cuatro Vivientes decían: ‘Amén’; y los Ancianos se postraron para adorar.” – Apocalipsis 5:14
La segunda lectura de este tercer domingo de Pascua nos describe parte de la visión comenzada en el capitulo 4 del libro del Apocalipsis. Antes de este pasaje que nos presenta la liturgia se introducen el cordero y libro sellado. El cordero obviamente es Cristo, mientras que el libro sellado son las Escrituras. Solamente Cristo con su muerte y su Resurrección nos “abre” el significado de las Escrituras. En este pasaje vemos una multitud innumerable de ángeles que adora al cordero. Lo adoran diciendo, o quizás cantando, los atributos que son atributos de Dios: el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza. Estos siete atributos nos hablan de la perfección divina de Jesucristo, el cordero de Dios inmolado por nosotros en la cruz. Después de la adoración del coro de los ángeles, sigue después la adoración por parte de las criaturas terrenales. Vemos aquí plenamente el carácter litúrgico de este libro del Apocalipsis, con esta oración de adoración por los seres celestiales, después los seres terrenales, y culminando con el gran “amén” de los cuatro seres vivientes y la postración en adoración de los ancianos. Que con su gracia nuestra vida se convierta también en una continua liturgia de adoración para Dios.
“Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” – Juan 21:16
El pasaje del evangelio de este tercer domingo de Pascua proviene del último capítulo del Evangelio de Juan. Tenemos aquí otra aparición del Jesús resucitado, que es un pasaje muy parecido al de la pesca milagrosa del evangelio de Lucas, capítulo 5. Una vez más, en este pasaje el discípulo amado es el primero en creer. Cuando los discípulos cargando la gran pesca llegan a la orilla encuentran a Jesús, quien ya les ha preparado la cena. Esta imagen de Jesús como servidor es un gran énfasis de este evangelio de Juan, con otros grandes pasajes como el lavado de los pies mostrándonos la naturaleza servil del liderazgo cristiano. Los Santos Padres de la Iglesia han meditado sobre el significado místico de este pasaje. Ellos ven en la barca una imagen de la Iglesia. La red que no se rompe es la unidad de la misma. El mar es el mundo, y Pedro es la cabeza de la Iglesia. Este último punto muy acertado, ya que vemos claramente el énfasis en el papel de Pedro que tiene este pasaje. Una cosa que llama la atención es como se nota que los discípulos no habían entendido a Jesús. Su muerte la ven como una derrota total. De haber dejado una vez sus redes, están otra vez de regreso en esta ocupación. Por eso debemos ser pacientes con los demás, y con nosotros mismos. ¡Ni siquiera los discípulos que lo vieron y lo tocaron por tres años entendieron su misión! En esta semana pongámonos en el lugar de Pedro y pongamos nuestra fe en el Señor, para que podamos responder con un sonoro ¡Si! cuando Jesús nos pregunte: “¿me amas? – Si Señor te amo, ayúdame a amarte más.
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