Yo Envío a mi Mensajero-3er Domingo de Adviento Ciclo A

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La clave de las lecturas de este tercer Domingo de Adviento es la esperanza. Nos enseña el CIC #64 que por los profetas, Dios forma a su pueblo en la esperanza de la salvación, en la espera de una Alianza nueva y eternal destinada a todos los hombres y que será grabada en los corazones. Y esto es precisamente lo que hace Isaías: dando palabras de aliento para los que nos encontramos en el desaliento de la pobreza, de la enfermedad; a los que estamos debilitados por los vicios, por el peso de nuestros pecados. Isaías nos dice: íSean fuertes, no teman: ahí está nuestro Dios, el mismo viene a salvarnos! Las señales que acompañarían la llegada del venida del Mesías, el Salvador de Israel serian que “se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos; el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo”. Y todo esto se cumple maravillosamente en Jesús que sana a los ciegos, a los sordos y a los mudos, al invalido le dice levántate, toma tu camilla y vete.
El salmo hace eco del sentir de la Iglesia en el Adviento, esperando la llegada del Salvador diciendo: Señor Ven a Salvarnos! El salmista igualmente nos exhorta a la esperanza en Dios que es fiel a sus promesas, que nos protege y nos da justicia contra nuestros enemigos.
En la segunda lectura, el apóstol Santiago nos exhorta a la paciencia, imitando al sembrador que pacientemente espera el fruto de su trabajo. Vivir con paciencia esperando la venida del Señor lo veo yo equivalente a ser fieles siguiendo los mandamientos de Dios, viviendo en su gracia; los que no viven en esa espera (los que no son pacientes) tienen como objetivo las cosas de este mundo y en la manera mas rápida y efectiva de lograrlas, sin importarle las necesidades de las demás personas. Pero nosotros que vivimos en esta expectativa de la segunda venida, sabemos que ya viene el juez, como nos dice Santiago.
El evangelio de este domingo nos relata el pasaje de Mateo donde Juan Bautista estando en la cárcel, manda sus discípulos con Jesús a verificar si es él el mesías esperado, o deben esperar a otro. Y Jesús les contesta con la invitación a verificar por ellos mismos: lo que había anunciado Isaías se esta cumpliendo ante sus propios ojos! No me parece que Juan mandara a sus discípulos a verificar la identidad de Jesús: Jesús nos dice que Juan no es ninguna caña que se dobla por el viento, o sea Juan no es persona que bajo persecución y en la cárcel iba a perder su temple. Quizás, como explican los biblistas, Juan los mandó a ver por ellos mismos quien era Jesús para que una vez muerto Juan, pudieran pasar a seguir a Jesús. Así Juan, aun desde la prisión en que estaba por denunciar la conducta de Herodes, aun así puede brindarles esperanza a sus seguidores.
Mis hermanos y hermanas, en este tiempo de Adviento estamos llamados a cultivar la virtud de la esperanza, esta esperanza que es equivalente a la fe, como nos enseña el papa emérito Benedicto XVI en su encíclica Spe Salvi “En Esperanza somos Salvados.” En la misma encíclica Benedicto nos enseña: Se nos ofrece la salvación en el sentido de que se nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino. En la Navidad celebramos la esperanza que la encarnación nos da: Dios esta entre nosotros, Dios a venido a salvarnos del pecado, en Cristo hay esperanza! Por eso estamos alegres incluso ante las dificultades. Esta esperanza nos da la fuerza de enfrentarlo todo. En este Adviento, sigamos preparándonos en oración para celebrar la venida de Jesucristo nuestra esperanza y salvación, teniendo también en mente la paciente espera en que vivimos esperando su segunda venida al final de los tiempos. Que así sea.
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