Dios es un Dios de los Vivos, no los Muertos-32 Domingo Ordinario Ciclo C

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Preferimos Morir que Ofender a Dios
La primera lectura de este domingo proviene del Segundo Libro de los Macabeos, libro que describe la resistencia del pueblo judío ante la invasión de los griegos en los años después de Alejandro Magno. La rebelión fue liderada por Judas Macabeo junto con sus hermanos, dándole el nombre a este libro. El pasaje de este domingo nos presenta los sufrimientos que estos jóvenes hermanos sufrieron a manos de los invasores quienes pretendían hacerlos romper la Ley de Dios. Con gran valentía ellos enfrentan estos eventos, negándose a faltar a la ley, aun sabiendo que les esperaba el martirio, y poniendo su confianza en Dios quien los restauraría en la otra vida. Esto nos da un gran ejemplo a seguir. Nosotros hoy en día no dudamos en hacer a un lado la práctica de nuestra fe cuando se vuelve en lo más mínimo incómoda. Su valentía es ejemplar y su fe demuestra que ya desde hace tiempo antes de Cristo los judíos ya creían en la resurrección, contrario a la creencia de los saduceos que Jesús enfrenta en el evangelio.
Dios nos da la esperanza
La segunda lectura de este domingo contiene unas hermosas palabras de San Pablo que nos mueven a la esperanza en un Dios que nos ama, y que sin nosotros merecerlo nos ha extendido la salvación. En otro pasaje de la Carta a los Romanos (5,8) el mismo Pablo nos dice que la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros siendo nosotros aun pecadores. En esta lectura San Pablo también pide oraciones para el triunfo del Evangelio y para que Dios los proteja de los enemigos de Cristo. Dice San Pablo que la fe no es de todos, y esto es cierto también en nuestros días. La fe es un don de Dios, y muchos por descuido, ignorancia o malicia han bloqueado este precioso don. Por último el apóstol reza para que los Tesalonicenses y nosotros seamos tenaces hasta el final.
Dios es un Dios de los Vivos
En el evangelio de este domingo vemos a Jesús enfrentándose con un grupo conocido como los saduceos. Los saduceos se distinguían porque pugnaban por una fidelidad rígida a la Ley, rechazaban toda posibilidad de inmortalidad personal y estaban a favor de la cooperación con los romanos. Seguían solamente al Pentateuco como Sagrada Escritura. Eran la elite del templo y los lideres de la sociedad. Aquí le presentan a Jesús con una situación patentemente absurda basada en la ley del levirato descrita en el libro del Deuteronomio 25,5. La contestación de Jesús defiende y reafirma la realidad de la resurrección explicando que aquí en la tierra el matrimonio existe y es orientado para la propagación de la raza humana, pero esto obviamente no es necesario en el cielo. Dios es un Dios de los vivos, y él nos restaurará a la vida al final de los tiempos, como profesamos en el Credo cada domingo.
En este domingo la Iglesia nos invita a reflexionar en la resurrección. La posibilidad de nuestra resurrección proviene de la Resurrección de Jesús que nos da la salvación. Creer en la resurrección debe tener consecuencias en nuestra vida. Si vivimos de acuerdo a esta fe, entonces tenemos la certeza que la maldad en que vivimos rodeados no tiene la última palabra. La resurrección significa que Dios ha vencido a la muerte, y que nosotros compartimos en esta victoria.
Que la fe en la Resurrección nos llene también a nosotros de valor para enfrentar las dificultades y nos llene de una esperanza segura en el triunfo de la cruz. Que Dios nos guie siempre hacia este victoria.
Amen amen
Amen