27o Domingo Ordinario-Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre

Les comparto mis reflexiones para las lecturas de este 27o. Domingo del Tiempo Ordinario.

“No es bueno que el hombre esté solo”

“No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle a alguien como él, para que lo ayude”” Con estas palabras abre la primera lectura de ese domingo. El mismo Dios que con cada acto de creación declara todo “bueno,” ahora, ante la soledad del hombre que de entre los animales no encuentra compañera adecuada, por primera vez declara que algo no es bueno. Consideremos que Dios, nuestra ayuda y nuestro consuelo, crea al precioso ser femenino como ayuda para el hombre. La mujer, de cierta manera, participa entonces en esta actividad divina. Los Padres de la Iglesia notan como la mujer es creada por Dios, no de las partes bajas del hombre para ser pisoteada por él, o de las partes altas del hombre para estar más arriba que él, sino de su costado. Esto denota ciertamente una igualdad primordial entre los sexos, como parte del plan original de Dios. La reacción de Adán, que son las primeras palabras pronunciadas por un ser humano en Genesis, consiste de una poesía de admiración del ser femenino: “Ésta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne.” Oremos por todos los matrimonios y practiquemos las virtudes, para así recobrar con la ayuda de Dios esta armonía original entre el hombre y la mujer.

 

“La muerte que él sufrió redunda en bien de todos.”

La segunda lectura de este domingo nos hable de cómo Jesús, en su humanidad, como todo ser humano se hizo inferior a los ángeles. Metafísicamente, los seres humanos somos inferiores a los ángeles, ya que nuestro conocimiento depende de los sentidos, y porque nosotros experimentamos la muerte y el sufrimiento, mientras que los ángeles no experimentan estas cosas. La lección aquí es que, si Jesús se humilló para volverse uno de nosotros, igual a nosotros en todo, menos en el pecado, entonces ¿porque nosotros nos enaltecemos y queremos ser más que los demás? San Juan Crisantemo enseñaba: “Si él, a quien los ángeles adoran, consintió por su amor a nosotros volverse inferior a ellos, tu por tu parte deberías soportarlo todo, por amor a él.” Jesús se hizo uno de nosotros, y sufrió una muerte de cruz. Pero resucitó, enseñándonos que para ganar la gloria de la resurrección hay que pasar por el sufrimiento. Todos tenemos nuestras propias cruces, y el abrazarlas como lo hizo Jesús es el camino a seguir para alcanzar la gloria en él.

 

“¿Le es lícito al hombre divorciarse de su esposa?

Este domingo en el evangelio vemos a los fariseos, como es costumbre, tratando de tenderle una trampa a Jesús. En esta ocasión se trata de la cuestión del divorcio, que era permitido por Moisés. Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios, es el único interprete de la ley divina, y les contesta que la intención de Dios desde el principio era la irrevocable unidad. La concesión de Moisés fue necesaria por la dureza de sus corazones. La unión matrimonial entre el hombre y la mujer une a los contrayentes de tal manera que ahora forman una familia. Esta unión es lo más cercano aquí en la tierra a la unión entre Dios y su pueblo, como nos enseña la Carta a los Efesios. Por esto, el divorcio va en contra de la voluntad de Dios: así como hay un sólo Dios, y Dios no nos abandona, la unión matrimonial es entre un hombre y una mujer, y es permanente e indisoluble. El día de hoy que el matrimonio y la familia se ven tan atacados, es nuestro deber como cristianos el proclamar esta verdad, para que así nuestro hogar se vuelva una escuela de amor. En estos días, te exhorto a formarte más profundamente en esta visión cristiana sobre la familia, para poder proclamarla y defenderla.

 

Familiaris Consortio
http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/apost_exhortations/documents/hf_jp-ii_exh_19811122_familiaris-consortio.html

 

Lecturas de Esta Semana:https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/100321.cfm

 

 

 

 

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