Jesus Sana al Sordomudo-23er Domingo Tiempo Ordinario Ciclo B

 

En este domingo, la liturgia nos muestra un Dios que viene a traer la salvación al mundo, salvación que es anunciada por la sanación y la restauración de las personas. 

En la primera lectura del profeta Isaías, vemos como en el contexto del destierro en el que el pueblo de Dios se encontraba, la venida de Dios nos trae salvación, y viene acompañada de grandes portentos como la sanación de ciegos y sordos, de cojos y de tullidos. Esta visión de Isaías de la era Mesiánica que estaba por venir, son palabras de aliento para los Israelitas. Esta visión se ve cumplida con la venida de Jesús, que nos trae la salvación tan anhelada. Viene Jesús, y como muestra de que él es el anunciado por los profetas, viene sanando a los enfermos.
Otro aspecto que traerá el Mesías, es un reverso maravilloso. Isaías lo ve como aguas que estallan en el desierto, con las arenas abrazantes formando un oasis para los sedientos. Este gran reverso de las condiciones en que nos encontramos también lo expresan los evangelistas, sobre todo Lucas, que nos dice que Jesús viene a humillar al engreído, y a exaltar a los humildes. ¡Esta es la manera en que obra nuestro Dios!

En la segunda lectura, Santiago nos ofrece una critica del pecado de la discriminación en base al estatus social de la persona. No muestren parcialidad alguna, nos dice Santiago, y esto es lo propio, en imitación del Dios que no tiene favoritos y no acepta sobornos, como nos dice Dt. 10:17. Por eso la Iglesia, a través de los años, se ha mostrado en contra de todo tipo de discriminación, ya que todos tenemos una básica igualdad de dignidad, todos somos hijos e hijas de Dios hechos a su imagen y semejanza, todos hemos sido redimidos por Cristo, y todos compartimos la enorme dignidad de nuestro llamado común a la santidad. Aquí en la segunda lectura también vemos esa visión del gran reverso: a los pobres Dios los ha escogido como ricos en la fe y herederos del Reino.

En el evangelio de este domingo vemos la acción salvadora de Dios, en la curación del sordo mudo. La gente que seguía a Jesús tiene fe en él, ya que le piden que realice una imposición de manos para curar a este hombre. Este gesto es en el Antiguo Testamento signo de la transferencia del poder, o de una bendición. Nos dice el evangelista que usando sus dedos y su saliva, Jesús cura al sordo mudo. Las Sagradas Escrituras usan el termino de “dedos de Dios” para hablar de su poder. El termino que usa Jesús “éfeta” para ordenar una apertura de los sentidos, lo usamos hoy en la Iglesia en el rito del bautismo, en una oración donde pedimos que Dios abra los oídos y la boca del nuevo Cristiano, para que al escuchar la proclamación del Evangelio, pueda también proclamarlo. Esta apertura también nos habla de la necesidad de abrir nuestro corazón, para darle entrada a Dios. Dios no puede actuar en nuestras vidas si nos encontramos cerrados a el. En esta semana, oremos para que Dios nos mande su Espíritu a abrir nuestros sentidos a su acción salvadora, y así llenos de su gracia, podamos proclamar con fortaleza la buena nueva: que Dios vive, y que en él hay salvación.

Lecturas de Esta Semana: https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/090521.cfm

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