Cargemos con Nuestra Cruz-23er Domingo Ciclo C

cargando la cruz

En este domingo practiquemos la humildad que nos lleva a encontrar la sabiduría divina, y roguémosle a Dios que nos fortalezca con su gracia para cargar nuestra cruz y  continuar siempre adelante en nuestro camino hacia él.

La Sabiduría de Dios

Dice un conocido dicho: si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes. De lo absurdo y poca cosa que son nuestros planes y nuestro conocimiento apartados de la sabiduría de Dios trata la primera lectura. Por nuestros propios medios nada podemos saber de las cosas de Dios.  Para conocer a Dios y su voluntad para nosotros se requiere ante todo una medida de humildad. Humildad al reconocer que yo no soy el centro del universo, sino una creatura de Dios, insuflado con su espíritu y hecho a su imagen y semejanza. Nos dice la Escritura que poco es lo que sabemos de las cosas de la tierra como para querer saber de las cosas celestiales. Esto lo ilustra uno de los grandes intelectos de la historia, Santo Tomás Aquino, cuando dejó de escribir después de tener una visión de Dios.  Al preguntarle uno de sus asistentes al respecto, Tomás respondió que no podía seguir escribiendo después de esta visión, ya que en comparación a las cosas celestiales, sus escritos teológicos eran como paja.  Para acercarnos a Dios hay que hacernos humildes, ya que él a los humildes los colma de su sabiduría, la sabiduría que es el conocer y seguir su voluntad.

Recíbelo como a mi mismo

En la segunda lectura tenemos un pasaje de la carta más corta de San Pablo, la Carta a Filemón. Esta carta Pablo la escribe al dirigente de una comunidad, una iglesia local, Filemón, intercediendo por Onésimo. Onésimo era un esclavo propiedad de Filemón que aparentemente se había escapado, o había causado alguna perdida a Filemón. Onésimo se había convertido por la predicación de Pablo, y ahora le acompañaba. En esta carta vemos la gran dedicación de Pablo al servicio del Evangelio.  Aun estando en la cárcel se dedica a predicar y a convertir corazones a Cristo. Aun en esta condición Pablo se preocupa por sus hijos espirituales, y en está carta le escribe a Filemón para que lo trate gentilmente. Es evidente en esta carta que la predicación cristiana se extiende a todos, tanto ricos como pobres, esclavos o ricos. Pablo nos da el ejemplo y se muestra respetuoso de la ley, al intentar devolver a Onésimo con Filemón, en lugar de que se quede con él asistiéndolo. También nos muestra Pablo la perspectiva cristiana de que Dios actúa en todos los eventos de nuestra vida, tanto los que nos parecen malos, como los buenos. Aquí el escape de Onésimo sirvió para que conociera a Pablo y se volviera cristiano.  De esclavo Onésimo ahora es un hermano en Cristo. Para el cristiano “en todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman” (Rom 8, 28).

El que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.

En el evangelio de este domingo oímos palabras que suenan difíciles para muchos: “Si alguno viene junto a mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío.” Las personas que quieren mucho a sus padres pueden sentirse incómodas y preguntarse si se refiere Jesús a su situación.  Lo que quiere decir Jesús aquí es que si hay alguna situación en donde a alguien se le de la elección entre seguir a Cristo o tenerle lealtad a la familia, en estos casos se le debe amar más a Cristo.  Tenemos algunos ejemplos de la vida de los santos, donde las personas sentían un llamado a entregarse a Dios siguiendo la vida religiosa y sus familias estaban opuestas, como fue el caso en la vida de Santa Clara y Santo Tomás de Aquino. No nos dice Jesús que dejemos de amar a la familia, sino que tenemos que amarle más a él. El primer mandamiento tiene prioridad sobre el cuarto, si nuestros familiares son un obstáculo en seguir la voluntad de Dios.  El otro punto del evangelio de hoy es el compromiso que conlleva seguir a Cristo.  Debemos estar dispuestos a entregarlo todo, no sea que emprendiendo el camino de Dios, al ver lo costoso que es, nos volvamos atrás. ¡Cuando nos entregamos a Dios, debemos esperar que nos tome la palabra! En este domingo practiquemos la humildad que nos lleva a encontrar la sabiduría divina, y roguémosle a Dios que nos fortalezca con su gracia para continuar siempre adelante en nuestro camino hacia él.

 

 

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